sábado, 8 de junio de 2019

La Ascensión de Jesucristo de Salvador Dalí

Ascension de Jesucristo, de Salvador Dalí, 1958. Colección de Juan Antonio Pérez Simón.



LA ASCENSIÓN DE JESUCRISTO A LOS CIELOS

Publicado en el folleto de las Primeras Comuniones
de la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Cabanillas (Navarra)
celebrando la solemnidad de la Ascensión del Señor Jesucristo,
el domingo 20 de Mayo del año del Señor, 2012.


El pronunciado escorzo de Cristo imprime a la obra un marcado dinamismo ascensional. El dramatismo del acontecimiento se sitúa en un marco mítico en el que Cristo resplandeciente se abre paso disipando los oscuros y amenazantes nubarrones de la tormenta que se enseñoreaba de la tierra. Esta batalla se acentúa por las manos crispadas de Cristo que se abren paso rompiendo las coyundas de la muerte, haciendo estallar las impenetrables y densas tinieblas. El Señor resucitado es aquel que entregó su vida en el altar de la cruz: su postura nos evoca el sacrificio. Echamos de menos los estigmas, atendiendo a sus palabras: “Mirad mis manos y mis pies, soy yo mismo” (Lc 24,39). No obstante, la crispación de dolor que expresan sus manos nos recuerdan que fueron taladradas por la injusticia. Cristo entra victorioso en el misterio trinitario de Dios, simbolizado no sólo figurativamente sino mediante el triple círculo y un núcleo atómico como fuente de la energía, sugerido por una esfera de girasol. Su inflorescencia adopta una espiral de Fermat, que sabemos sigue la disposición aurea, subrayando su carácter de fuente primera y creadora. Pero no sólo eso, el simbolismo solar aureola a Cristo e ilumina al mundo sumido hasta entonces en las tinieblas, cumpliéndose plenamente la profecía de Zacarías, padre de Juan Bautista: «Por la entrañable misericordia de Dios nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y sombras de muerte...» (1,78s.) La tierra no aparece porque el diluvio la ha anegado, pero hoy es el día en el que Cristo entra en las entrañas de nuestro Dios, iluminando y poniendo límite a las aguas oceánicas que sumergían la tierra, bajo su manto oscuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario