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Última Cena de Juan de Lumbier Parroquia de San Juan Bautista de Cortes (Navarra) |
LA ÚLTIMA CENA
Reflexión publicada en el folleto de las Primeras Comuniones
de la Parroquia de San Juan Bautista de Cortes (Navarra)
en la solemnidad de la Ascensión del Señor Jesucristo,
domingo 8 de Mayo del año del Señor, 2016
de la Parroquia de San Juan Bautista de Cortes (Navarra)
en la solemnidad de la Ascensión del Señor Jesucristo,
domingo 8 de Mayo del año del Señor, 2016
El pintor navarro Juan de Lumbier fue el artista que pintó la Última
Cena de nuestra Parroquia alrededor del año 1600. Nos la presentó en torno a
una mesa redonda semejante a la de los caballeros del rey Arturo y, como tal,
nos revela la igualdad de los comensales: «Vosotros sois todos hermanos» (Mt
23,8). Destaca en el centro el Señor Jesucristo con un halo luminoso que
ilumina su rostro: Él es la luz del mundo. Descubrimos que es una cena pascual
que rememora la liberación de la servidumbre que subyugaba a los israelitas en
el país de la opresión, Egipto. Un cordero asado nos lo recuerda, pero,
igualmente sabemos, que el precio que va a pagar Jesús por esta nueva y
definitiva liberación es su propia vida: «Como cordero llevado al matadero...»
(Is 53,7). Aunque puede parecer que no hace referencia a la Eucaristía, bien
sabemos que estamos en el escenario donde tuvo lugar su institución. El mantel
blanco y los cortinajes que, a modo de baldaquino cobijan la escena, nos evocan
un altar. Hemos sorprendido al colegio apostólico en un debate acalorado. Jesús
les ha revelado que uno de ellos lo va a entregar: «La mano del que me entrega
está conmigo en la mesa» (Lc 22,21), y todos buscan al traidor. Pedro, muy
convencido, parece decirle a Jesús que está dispuesto a permanecer a su lado
aunque esto le conduzca a la cárcel o a la muerte, pero Jesús le responde que
le negará tres veces antes de que cante el gallo. En primer plano vemos al
autor de la felonía, Judas, que lleva en su mano izquierda la bolsa de tesorero
apóstolico, pero en ella guarda las treinta monedas por las que ha vendido al
Maestro. Para más destacarlo del resto, carece de nimbo, además de ser zurdo, y
tiñe su cabellera del color de los zorros ladinos. Con una postura forzada,
habida cuenta de la interpretación contemporánea de la Última Cena, el apóstol
Juan, como un niño, se entrega al sueño reparador en el regazo de su Señor,
mientras este le acaricia el cabello. Una escena que contrasta con la otra, la
confianza frente a la traición, la amistad gratuita frente a la manipulación
interesada. La institución solemne de la Eucaristía estuvo entenebrecida por una infidelidad repugnante... La entrega
de Jesús abrió el camino a la vida y la deslealtad de Judas le llevó a la frustración
extrema. Parece que no hay más que dos caminos... ¿Por cuál nos decidimos
nosotros?
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