domingo, 15 de diciembre de 2019

Soft Lad


Cartel de la película «Soft Lad» dirigida por León López en el año 2015

SOFT LAD


Una película interesante para comenzar el otoño: "Soft Lad". Las primeras imágenes nos presentan a un joven bailarín en un romance con su cuñado. No es algo ocasional, llevan dos años así. Caminando por la cuerda floja y ocultando sus sentimientos.



El joven David, interpretado magistralmente por el actor Jonny Labey, vive su experiencia de amor por primera vez. La ilusión fluye en su sonrisa, sus gestos, su palabra... pero su relación no avanza, se encuentra en un camino espiralado, semejante al de una caracola, que va encerrándole en un callejón sin salida. Su cuñado Jules, mayor que él y con mucha más experiencia, no está dispuesto a renunciar a su matrimonio. No hay horizonte, falta el oxígeno.




La película nos interpela seriamente y nos lleva a replantearnos sobre muchas cuestiones reales que todos conocemos. ¿Cómo conciliar la autenticidad de nuestros sentimientos y la violación flagrante de un espacio de amor sellado? ¿Cómo conciliar la fidelidad a uno mismo y vivir en un teatro "hipócrita" donde nada es lo que parece? ¿Cómo mantener en armonía la respuesta a la pulsión sexual íntima y el respeto absoluto hacia un ser humano que es el objeto de nuestro amor? ¿Cómo dar profundidad a los sentimientos propios de amor si no cultivamos al mismo tiempo los demás valores éticos (sinceridad, sacrificio, respeto, paciencia, confianza, etc.)? Entre otras preguntas para responder en esta estación otoñal en la que estamos sumergidos.

Mi alma está sedienta de ti


POR TI MADRUGO


«Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua.
 

¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios.
 


Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos.
 


En el lecho me acuerdo de ti
y velando medito en ti,
porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene». (Salmo 62)

viernes, 1 de noviembre de 2019

El gozo de vivir

El dibujo de este joven apuesto y sugerente es obra del pintor americano Paul Cadmus, nacido en New York en 1904 y fallecido en Weston, Connecticut, en 1999

EL GOZO DE VIVIR

Sin prisas, sin agobios ni sobresaltos,
disfrutando el gozo de vivir,
abandonándose en el presente.

Descansando, sólo descansando,
sin pasado que te inquiete
ni futuro que te urja.

Como las aguas remansadas de una laguna
en la quietud del mediodía,
¡mágico hipnotismo!

Ser y estar en paz,
perdido en la inmensidad del cosmos,
en un pequeño y humilde rincón.

No hay sol que abrase,
no hay viento que azote,
no hay frío que entumezca.

Esperando a Godot



ESPERANDO A GODOT

Un niño en un columpio pero no se balancea. Es un niño, ya lo vemos, pero el columpio nos lo rubrica igualmente. Es difícil imaginarse en él a un abuelo "sensato" o a un adulto "respetable". El niño se ha quedado parado y piensa. Está relajado, a la espera. No anda al arbitrio de su vitalidad hiperactiva. Es extraño, no es normal, pero, ¿qué es la normalidad? Un niño que no se mueve, parado en su columpio, mirando al horizonte o al futuro o recordando, quizás. Está solo, siempre lo estamos en las encrucijadas de la vida. Mejor correr, pero ¿vas a llegar antes o vas a llegar a alguna parte? Mejor esperar, y más en tiempos de turbación y oportunidad, ¿esperando a Godot como en el drama de Samuel Beckett? El niño está, de eso se trata. Sólo, ni más ni menos, está...

Amor y sufrimiento

Niño plorante en el cementerio de Staglieno en Génova

EMPATÍA

Quisiéramos consolar a este niño
pero nos detiene una barrera invisible
que nos hace tomar conciencia
que debemos respetar su corazón plorante.

La sola mirada nos fuerza a descalzarnos
porque sentimos que el suelo que pisamos
es un terreno sagrado y misterioso
donde el alma palpita y súplica.

En todo caso qué podríamos decir,
qué podríamos hacer,
mejor guardar silencio
y esperar que el cielo responda.

La muerte le ha arrebatado a este niño
a la persona que le dio a luz
y su mirada trasluce su impotencia
y mira conmovido y paralizado.

Sufre porque ama,
su corazón se da de bruces
con la opresión aguda de la orfandad,
quisiera huir pero a dónde.

Y permanece quieto e impávido
cómo aquella madre y aquel amigo
al pie de la injusta cruz
donde pendía el único hombre justo.

¿Para cuántos semejantes el sufrimiento,
el sufrimiento extremo del amante,
ha sido fuego que ha acrisolado su corazón
hasta transparentar la imagen divina del Creador?

Los frutos del amor no son amargos
sino que dejan poso de acción de gracias
y la fe viene en nuestro auxilio
para que creamos y esperemos.

Podemos contemplar esta escultura
en el cementerio de Staglieno en Génova.
Sólo el silencio respetuoso y la empatía fraternal
son dignas de este sagrado momento.

sábado, 5 de octubre de 2019

Boda de Manuel e Idoia

Manuel e Idoia con los amigos de Azagra el día de la boda (por cortesía de Carlos Fresno)


CELEBRACIÓN DEL MATRIMONIO DE MANUEL E IDOIA

En la iglesia parroquial de Azagra,
en la fiesta d
el equinoccio de otoño,
21 de Septiembre del año del Señor, 2019

Un escenario solemne para una profesión solemne.
Para rubricar vuestros votos esponsales
habéis elegido la iglesia de nuestro pueblo.
 


Toda la arquitectura y el mobiliario de la misma
pretenden visibilizar una presencia invisible pero real
de nuestro Dios y los santos del cielo y de la tierra.
 


El Señor Jesucristo centra el retablo en su ascensión
y, ya os digo, está tan presente en medio de nosotros
como antaño en las bodas de Caná de Galilea.
 


En el ático lo vemos crucificado con una interpelación:
—«¿Queréis dar sentido a vuestra vida?»
—«¿Queréis que vuestra vida tenga sentido?»
 


Dar la vida por los demás
es el camino abierto por el Salvador.
¡Buen lema en el frontispicio de vuestro matrimonio!
 


A los pies de la cruz, en el Calvario,
encontramos a la Madre de Dios
y al discípulo que tanto quería Jesús.


¿Para qué hablar de fidelidad
si tenemos el testimonio de la Madre de Dios
desde la Anunciación hasta la donación de la cruz?


¿Para qué hablar de pasiones
si vemos al discípulo que reposó su rostro en el pecho del Maestro
con los ojos empapados en lágrimas al pie de la cruz?


En las calles laterales del retablo nuestros padres en la fe,
mejor diremos nuestras madres, San Cernin y San Fermín,
porque ellos nos engendraron para la fe.
 


A vuestro lado, queridos Manuel e Idoia, vuestros padres,
que tienen mucho rodaje y mucho que decir.
Nacho y Anabel, tal día como hoy pero en 1984, contrajeron matrimonio.
 


Llenando la iglesia y arropándoos con su cariño
vuestros familiares y amigos,
elegantes y distinguidos los caballeros
            y las damas presumidas como modelos en la pasarela.
 


¿Quién os iba a decir hace trece años,
cuando contabais con diecisiete
y os librasteis de votar, cosa que no lograréis este año,
 


que aquel encuentro tímido e impaciente en el Tuareg
os iba a traer hasta aquí,
hasta la mesa de la Eucaristía?
 


¿Qué música sonaba entonces?
«Me gustas mucho, tú
Tarde o temprano seré tuya y mío tú serás…»
 


Uno se para y echa la mirada atrás
y piensa que ninguno sabemos
por qué, cuándo, cómo y dónde nace el amor.
 


Sois quintos y juntos habéis ido a la escuela,
juntos en la catequesis de primera comunión, confirmación…
¡Llega el amor y da la vuelta a todo!
 


Hay muchas canciones de amor,
casi todas lo abordan de una manera u otra,
pero a mí me parece oportuna esa de la otra Rocío:
 


«Como una ola, tu amor llegó a mi vida.
Como una ola de fuerza desmedida,
de espuma blanca y rumor de caracola. Como una ola».
 


El amor te empapa
y te cala hasta los huesos,
vistiendo tu vida de rocío primaveral.
 


Aquí estáis en el equinoccio de otoño
y parece que va a llover,
como vaticinaban los augures del tiempo.
 


Ya sabéis lo que toca:
«Al mal tiempo, buena cara».
El tiempo, como el contexto, escapa de nuestro control.
 


Si dependiera de él nuestra felicidad
íbamos aviados.
Y, ¿cuál es nuestra postura? ¿quejarnos?
 


A nadie le agrada mojarse
pero si es cierto que sin el sol no hay vida,
también lo es que sin la lluvia tampoco.
 


Nos viene a las mientes
recitar aquellos versos del poeta:
«
Una tarde parda y fría 


de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales».
 


Comienza el curso en el otoño.
Se reanuda la vida.
Comenzáis una nueva etapa.
 


Cuando el árbol se despreocupa
de la floresta y adornos primaverales
para madurar en su interior.
 


El tiempo de la caída de la hoja
evoca y remite al crecimiento interior,
a afianzarse consolidando el tronco y las raíces.
 


La parábola de Jesús sobre el administrador perspicaz
nos urge a ser precavidos y espabilados,
no a despreocuparnos en la ingenuidad.
 


No hace falta ser un lince para encontrar algún ejemplo.
—«¿Piensas, Idoia, que Manuel no te va a fallar?»
—«¡Y tú también le fallarás a él!»
 


¿Por qué entonces no adoptar hábitos saludables,
humildad para pedir perdón y magnanimidad para perdonar,
para cuando lleguen estos momentos tan desazonadores?
 


Hay muchos momentos de turbación grande
pero también los hay de dicha desbordante.
Pero en la fe todos ellos son para vuestro bien.
 


Y acoged también en el inicio de vuestro matrimonio
esa advertencia de Jesús, ¡no la echéis en saco roto!:
«No podéis servir a Dios y al dinero».
 


Servir a Dios es amarle con todo el corazón,
es amaros el uno al otro con toda el alma,
es amar con delirio al mundo entero…
 


Servir a Dios es amar a sus hijos,
es amar a vuestras familias y amigos,
es amar a los pobres y a los desgraciados…
 


Servir a Dios es amar al mundo sin ser mundano,
es amar para humanizar al mundo,
es amar la vida con, desde y para el compañero...