ANTE LA PANDEMIA POR CORONAVIRUS, COVID 19
DÍA CUARTO DESPUÉS DE LA DECLARACIÓN DEL ESTADO DE ALARMA
17 de Marzo del Año del Señor, 2020
Ante este alud que sufrimos y que nos amenaza con desencadenar una catástrofe de proporciones aterradoras, quiero compartir unas reflexiones, una introspección cuaresmal.
La pandemia nos empuja a un desierto donde el Espíritu nos sugiere y va
cultivando en nuestro interior semillas de vida y esperanza. La pandemia nos va
despojando de tanta hipocresía y boato, de oros y oropeles, por lo menos nos
pone en trance y oportunidad de buscar más autenticidad, muy en la onda del
papa Francisco, tan abrumado por la pompa vaticana. La pandemia nos manda a
casa, en cierta manera como los discípulos de Emaus, y meditamos y saboreamos
por el camino la Palabra: ¡no ardía nuestro corazón...! Ya llegaremos al
destino Pascual, por la gracia de Dios, sólo por la gracia de Dios, y entonces, como hermanos, gozaremos y nos nutriremos del Pan
de la Vida. La pandemia nos da un empujón en nuestra rutina y desgana y nos
hace una aguadilla en la Cuaresma, este tiempo de gracia para escuchar, fuera
del ruido consumista y de la masa, fuera de los mercados y también de los
templos, a Jesús de Nazaret predicando las bienaventuranzas y convocando a los
bienaventurados "porque tuve hambre, sed, fui desahuciado, emigrante,
enfermo o estuve en la cárcel y empatizasteis conmigo". Cuando el día va de caída...
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