viernes, 1 de noviembre de 2019

El gozo de vivir

El dibujo de este joven apuesto y sugerente es obra del pintor americano Paul Cadmus, nacido en New York en 1904 y fallecido en Weston, Connecticut, en 1999

EL GOZO DE VIVIR

Sin prisas, sin agobios ni sobresaltos,
disfrutando el gozo de vivir,
abandonándose en el presente.

Descansando, sólo descansando,
sin pasado que te inquiete
ni futuro que te urja.

Como las aguas remansadas de una laguna
en la quietud del mediodía,
¡mágico hipnotismo!

Ser y estar en paz,
perdido en la inmensidad del cosmos,
en un pequeño y humilde rincón.

No hay sol que abrase,
no hay viento que azote,
no hay frío que entumezca.

Esperando a Godot



ESPERANDO A GODOT

Un niño en un columpio pero no se balancea. Es un niño, ya lo vemos, pero el columpio nos lo rubrica igualmente. Es difícil imaginarse en él a un abuelo "sensato" o a un adulto "respetable". El niño se ha quedado parado y piensa. Está relajado, a la espera. No anda al arbitrio de su vitalidad hiperactiva. Es extraño, no es normal, pero, ¿qué es la normalidad? Un niño que no se mueve, parado en su columpio, mirando al horizonte o al futuro o recordando, quizás. Está solo, siempre lo estamos en las encrucijadas de la vida. Mejor correr, pero ¿vas a llegar antes o vas a llegar a alguna parte? Mejor esperar, y más en tiempos de turbación y oportunidad, ¿esperando a Godot como en el drama de Samuel Beckett? El niño está, de eso se trata. Sólo, ni más ni menos, está...

Amor y sufrimiento

Niño plorante en el cementerio de Staglieno en Génova

EMPATÍA

Quisiéramos consolar a este niño
pero nos detiene una barrera invisible
que nos hace tomar conciencia
que debemos respetar su corazón plorante.

La sola mirada nos fuerza a descalzarnos
porque sentimos que el suelo que pisamos
es un terreno sagrado y misterioso
donde el alma palpita y súplica.

En todo caso qué podríamos decir,
qué podríamos hacer,
mejor guardar silencio
y esperar que el cielo responda.

La muerte le ha arrebatado a este niño
a la persona que le dio a luz
y su mirada trasluce su impotencia
y mira conmovido y paralizado.

Sufre porque ama,
su corazón se da de bruces
con la opresión aguda de la orfandad,
quisiera huir pero a dónde.

Y permanece quieto e impávido
cómo aquella madre y aquel amigo
al pie de la injusta cruz
donde pendía el único hombre justo.

¿Para cuántos semejantes el sufrimiento,
el sufrimiento extremo del amante,
ha sido fuego que ha acrisolado su corazón
hasta transparentar la imagen divina del Creador?

Los frutos del amor no son amargos
sino que dejan poso de acción de gracias
y la fe viene en nuestro auxilio
para que creamos y esperemos.

Podemos contemplar esta escultura
en el cementerio de Staglieno en Génova.
Sólo el silencio respetuoso y la empatía fraternal
son dignas de este sagrado momento.