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Pino maternal que sale a recibirnos cada vez que nos acercamos a Cabanillas |
Desde
la muga de Navarra
Todos hemos recitado o
cantado alguna vez los versos del poeta:
«Todo pasa y todo
queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.»
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.»
Es la condición del ser
humano, somos nómadas. Nuestros encuentros, cuanto más gratificantes y
enriquecedores son, más fugaces se nos antojan. Y siempre llega el momento del
adiós.
Si lo pensamos bien,
todo en la naturaleza, incluso ella misma, está en continuo cambio y
movimiento. Ya los pensadores de la antigua Grecia plasmaron esta experiencia
en una frase lapidaria: «Todo fluye.»
Los padres se nos van
al cielo, los hijos se emancipan, el niño cede el relevo al adolescente,
pasamos del régimen estudiantil al laboral, cambiamos de pareja, etc.
Alguno le puede dar
vértigo tanta versatilidad, pero si lo pensamos bien todo cambio lleva en sí la
esperanza de un nuevo nacimiento y, consiguientemente, una nueva oportunidad.
Morir para renacer de nuevo.
¿Qué es lo que queda y
nos queda de nuestro paso? Queda nuestro ser, que, al fin y al cabo, somos
historia, mucho que hemos recibido y mucho que hemos aportado, unas veces desde
el servicio gratificante otras desde el conflicto fecundo. Pero cuando todo ha
merecido la pena, lo que debe quedar, ante todo, es un poso grande de agradecimiento.
Así que si miramos al
pasado que no sea para naufragar en la nostalgia o para negarnos a abandonar la
situación en la que nos habíamos instalado. Ya conocéis la historia de la mujer
de Lot que, por no encaminar sus pasos hacia el horizonte y anclarse en su
pasado, se transformó en una estatua de sal, totalmente estéril.
En las
despedidas, que no sé si son tales porque siempre nos quedamos plantados en el
corazón de los otros y los otros en el nuestro, siempre hay que abrir las
ventanas de la esperanza, teniendo en cuenta que ya nada será idéntico ni tiene
por qué serlo. Nadie puede sustituir a nadie porque todos somos únicos. Pero
todos tienen su chispa y encanto: «¡Si de noche te lamentas por haber perdido
el sol, tus lágrimas te impedirán contemplar las estrellas!»
Con un poeta he
comenzado, con otro quiero terminar:
«Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos…
…Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.»
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos…
…Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.
Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.»
Desde la villa de Cortes, muga
y cadenas del Viejo Reino de Navarra, con muchísimo cariño y agradecimiento, os
deseo a todos los cabanilleros y allegados unas felices fiestas en honor del
peregrino de Montpellier. Siempre vuestro: Javi.