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Colectivo "Tresmontes" que ha recuperado el paloteado de Cabanillas en la fiesta de San Roque del año del Señor, 2014 |
UN NAVARRICO EN LA ESCUELA
Saludo del párroco en las fiestas patronales
en honor de San Roque de Montpellier
tomado del programa oficial de festejos de Cabanillas (Navarra) del 2014
Saludo del párroco en las fiestas patronales
en honor de San Roque de Montpellier
tomado del programa oficial de festejos de Cabanillas (Navarra) del 2014
Fue una idea genial y felizmente acogida por la
gente la que promovió el pasado 28 de Junio la jornada de las Asociaciones de Cabanillas.
No es de extrañar que el eco sea tan grande porque
si algo llama la atención, a propios y advenedizos, es el talante asociativo de
sus vecinos.
La iniciativa partió de una joven asociación nacida
hace dos años con el ánimo de revitalizar, cultivar y promover el folclore y
las tradiciones propias de nuestra tierra, una digna tarea que, seguro, enorgullece
a nuestros antepasados, que en paz descansen en el cielo de los bienaventurados.
No hace falta ser un lince para comprender la
satisfacción que sentirán los paisanos nuestros que nos precedieron viendo a
sus vástagos cómo toman su relevo y prolongan en la historia su cultura y
tradiciones, las mismas que dieron sabor y sentido a su existencia.
El topónimo bardenero de «Tres Montes» sirvió
para bautizar a este colectivo que emprendía ilusionado su tarea, al principio
en tres frentes de batalla: los gigantes, los gaiteros y los dantzaris.
Los gigantes hicieron su puesta en escena en la
fiesta de San Roque del año 2012 y reclamaron para sí los nombres de «Carmen
Mateo», una mujer abnegada que ha quedado en la memoria agradecida de nuestra
villa por su servicio desinteresado a niños, mayores y a los de en medio, en
prácticamente todas las parcelas de la vida ordinaria; y de «Peio Anaut», un pastor
euskaldún del valle del Roncal que llegó con su rebaño trashumante hasta las
Bardenas Reales.
Un año más tarde,
y en la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, titular de nuestra Parroquia,
una parejica de gigantes adolescentes se empadronaron en nuestra villa, y para
rendir tributo de reconocimiento a la Asociación de «El Paso», tomaron para sí
los nombres de «Romano» y «Romana». Sus artífices fueron una colección de
voluntariosos artistas de nuestra villa.
Desde entonces,
estos gigantes se han hecho dignos del nombre de cabanilleros pues no han
dejado de animar con sus vistosas danzas las procesiones de nuestro santo
patrón, que sigue saliendo a nuestras calles tres veces al año con un anuncio
muy claro: «Si volviera a nacer volvería a dar mi vida por los apestados; sé
muy bien que la medicina ha erradicado esta temible enfermedad pero hay tantos
marginados cuya desgracia bien puede ser considerada semejante a la peste…»
No sólo las
procesiones sino un sinfín de eventos festivos como las jornadas micológicas o
la referida de las Asociaciones de la villa, además de más de una decena de
participaciones en certámenes festivos de gigantes de la Merindad, en Tudela,
Ablitas, Valtierra, Fitero y Fustiñana; y allende nuestro Reino de Navarra, por
ejemplo, en Donostia; llevando la representación social de la villa bien lejos
de nuestras mugas.
Los gigantes, al
igual que nosotros, danzan al ritmo que marcan los gaiteros y tamborreros. ¡Qué
vistosa es la danza y cómo nos cautiva y embelesa! Los músicos, con sus gaitas
y tamboriles, nos arrebatan en un torbellino de pasiones, cuando nos invitan a
bailar la Jota de Tudela, el baile de la Era, un zortziko o el Zazpi Iautzi.
Si impresiona la
música de las gaitas, con su timbre penetrante y agudo, mientras desfilan, cuando
tocan en colaboración sinfónica con la banda de Murchante en la Plaza
Consistorial, la sensación llega al paroxismo del deleite. Ya sabéis, un
gaitero perfila la melodía otro le hace el dúo mientras el tamborrero imprime
el ritmo.
Grande es la
vitalidad de esta Asociación porque cada año nos sorprende con una o dos
novedades de mucho relieve. Hemos acogido con agrado la organización de muchas
marchas, de esas que nos llevan a descubrir el valor de la naturaleza y a
amarla como se ama el hogar donde vivimos: Tres Montes y la reserva natural del
Rincón del Bu y el balcón de Pilatos. Otras marchas nos han llevado a lugares
con un desconcertante eco histórico, como el barranco de Peñalén en los montes
de Funes, donde los ríos Arga y Aragón se funden en concierto de amor
indisoluble; allí fue despeñado el rey navarro Sancho IV el 4 de junio de 1076.
No han faltado las marchas por el dique del Ebro, admirando tantos esfuerzos de
nuestros antepasados para proteger las huertas de las avenidas imprevisibles
del Ebro; y al Moncayo, que se yergue siempre señorial sobre las tierras
castellanas, aragonesas y navarras.
Si estimamos como
un valor irrenunciable la protección de nuestros ecosistemas biológicos y
cuidamos son exquisitez nuestra fauna y flora autóctonos, ¿cómo no habíamos de
amar y proteger nuestra cultura y tradiciones? Si no lo hiciéramos no seríamos
dignos hijos de nuestra madre y nuestra tierra. «Mirando el mapa lloró un
navarrico en la escuela, porque pintaron pequeña la tierra que tanto dio.»
Nuestra vida se
explica desde un diálogo productivo entre nuestra genética y nuestra cultura.
Despojarnos de una u otra significa estar abocados a la extinción. No es broma
ni consideración baladí, un pueblo que olvida su historia, tradiciones y
cultura está sentenciado a su desaparición. Y cualquier mirada al pasado
naufragará en la nostalgia, será un desfile descomprometido de arqueólogos, una
visita aséptica de turistas o una lectura interesada de aquellos que siguen
entendiendo no sé qué patria como una unidad de destino en lo universal.
Suele pasar, las
culturas dominantes siempre fagocitan a las débiles, ¿no es la ley de la evolución
descrita por Darwin y aplicada a la vida social?
Así pues, es de
justicia que demos la bienvenida de corazón y con nuestro agradecimiento más
sincero a esta Asociación «Tres Montes» que viene a ocupar este relevante papel
en la vida de nuestra villa para proteger su denominación de origen.
En vilo esperamos
que estas fiestas patronales, que nos disponemos a estrenar, sean ornadas y
enriquecidas con el primoroso y elegante paloteado que los dantzaris de Tres
Montes llevan tiempo ensayando.
En estos tiempos
aciagos que nos toca vivir queremos entonar nuestro canto al asociacionismo,
que vertebra la vida de todos los pueblos. Y queremos gritar con San Roque a la
cabeza, cuando todo el mundo parece que va a su bola y el que no corre vuela,
cuando el miedo paraliza y algunos se empeñan en dividir para someter, que
merece la pena cultivar la solidaridad social, reivindicar el derecho y la
justicia y gritar como antaño en la opresión: «El pueblo unido jamás será
vencido.»
¡Felices fiestas!